Tras varios meses e incluso años sin publicar nada acerca de Sydney Walters os acerco un poco más a la existencia de este singular ciudadano norteamericano y, posteriormente, neozelandés. Un aspecto poco conocido de la vida de Sydney fue su paso por la Agencia de Inteligencia Central de los Estados Unidos, más conocida como la CIA o la TIA en los tebeos de Mortadelo y Filemón.
Nadie parece tener una idea medianamente clara, ni siquiera medianamente oscura, de cómo el bueno de Sydney acabó en la CIA y los documentos que podrían arrojar algo de luz se encuentran clasificados por este organismo, según a declarado el máximo responsable de este tipo de datos, el agente Tyus Dudley "más que por ser información que pudiera causar algún tipo de daño a los Estados Unidos de Norteamérica, es por pura vergüenza".
El caso es que de una forma u otra a la CIA llegó el rumor o la certeza de que Sydney Walters era una persona especialmente capaz de soportar en su cuerpo bajas temperaturas. La Dr. McBride, que trató la locura de Sydney en el psiquiátrico de Los Ángeles, conjetura una posible hipótesis acerca de este rumor: "el doctor Mike Benson acostumbraba a dar baños de agua fría a los pacientes justo antes de las sesiones de electroshock, decía que así la electricidad "agarraba" mejor. Después de los baños de agua fría a menudo veíamos a Sydney corriendo desnudo de un lado para otro, como pollo sin cabeza, por los pasillos y allí es cierto que hacía bastante corriente".
Sea como fuere la capacidad de soportar el frío llegó a oídos del agente Shiver. El agente Shiver había pasado varios meses en Siberia, investigando acerca de una posible fábrica de armas nucleares que acabó siendo una fábrica de muñequitos de Lenin para las tiendas de suvenires. Durante aquellos meses descubrió realmente por qué a esa época del siglo XX le llamaban la "guerra fría". "Durante el tiempo que pasé en Siberia", ha declarado el agente Shiver, "no pude distinguir dónde acababa yo y dónde empezaban mis mocos". Se cuenta que el agente Shiver estuvo a punto de ser descubierto varias veces por el castañeteo de sus dientes pero que por suerte pudo escapar de los soldados comunistas. "Varias veces me apuntaron con un arma pero hacía demasiado frío como para apretar el gatillo", ha confesado en alguna ocasión.
Pero dejemos al friolero agente Shiver y volvamos a Sydney Walters. Shiver abordó a Sydney después de su segundo fracaso en el programa de Ed Sullivan. Enfundado en su abrigo de piel lo esperaba en un callejón sin salida donde ardía una fogata que el mismo había encendido a pesar de ser pleno agosto. "Le dije que dejase la música, que no le iba a llevar a ninguna parte y que nos metiéramos en alguna cafetería, que allí hacía demasiado frío como para hablar". Así lo hicieron.
La por entonces camarera Brenda Johnson recuerda como dos tipos de extraño aspecto, uno abrigado hasta las cejas y otro con una guitarra se sentaron en la cafetería donde servía tortitas de 8 a 12. "Por eso no le puse tortitas, era más tarde, aparte de que no las pidieron", recuerda Brenda con indiferencia. "El tipo abrigado hasta las cejas le dijo al otro de la guitarra que dejase la música y se uniese a ellos, sé que se refería a la CIA porque por aquel entonces nosotros hacíamos descuento de un 50 % a los agentes que presentasen su placa a la hora de pagar".
Desconocemos si esa fue la razón por la que Sydney aceptó la propuesta del agente Shiver, pero la realidad es que nuestro protagonista se enroló en la CIA a pesar de las advertencias del agente Shiver: "escuché perfectamente cómo le dijo que si a Paris la llamaban la ciudad de la luz, a la ciudad donde iban a destinarle le llamaban la ciudad del alud y que olvidase todo lo que pensaba saber sobre meteorología, que los grados Fahrenheit estaban sobrevalorados. Poco después se levantaron y se estrecharon la mano".
"Recuerdo que como hacía mucho frio en lugar de suerte le deseé sueter", nos aclara para terminar el agente Shiver.
Continuara... algún día.
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