miércoles, 23 de julio de 2014

La equivocación


Cualquiera le decía a Manolo que se había equivocado, cuando acababa de ganar otro millón más y salía en las portadas de los principales diarios económicos. Cualquiera le decía que se había equivocado, cuando era un triunfador a pesar de haber dejado los estudios para montar su propio negocio con el poco dinero que había ahorrado trabajando en una pizzería. Yo se lo dije pero entonces el equivocado era yo. Cuando terminé la carrera él ya estaba abriendo su segunda tienda. 

Cualquiera le decía a Manolo que se había equivocado, ahora que a sus 45 años se acaba de casar con una modelo veinte años menor que él, deslumbrada por su exitosa carrera y posiblemente por su abultada cartera. Eso no es amor, Manolo. Amor es lo que tengo yo por mi esposa y mis hijos. Hijos que sabes que tengo que mantener, Manolo. 

Tiene gracia ahora que lo recuerdo, yo ahí escondido en el coche con mis gafas de sol puestas y leyendo un periódico como si fuera un gánster esperando verlo pasar. Creía que todo se echaba a perder cuando me reconoció y se acercó a mi coche sin darse cuenta de la matrícula falsa, maldito confiado hijo de puta. Cualquiera le decía que se había equivocado con esa sonrisa cautivadora y esa confianza y ese traje de Emidio Tucci. Antes de que yo le pudiera decir nada me puso la mano en el hombro y mirándome a los ojos me dijo que sentía mucho haberme despedido pero que los negocios eran los negocios. Había sinceridad en esas palabras y en esa mirada de encantador de serpientes. 

Cualquiera le decía a Manolo que se había equivocado pero yo se lo dije, se lo volví a decir. Manolo, conmigo te has equivocado. Creo que por fin se dio cuenta de su error cuando disparé y arranqué lo más rápido posible.
Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 3.0 Unported.