Lo han mantenido en
secreto durante todo el embarazo, pero el bebé ya nació así que no
tienen más remedio que decir cómo se va a llamar. Resulta que los
padres son unos auténticos frikis de “El señor de los anillos”
y han decidido ponerle a su hijo el nombre de su personaje favorito:
Bilbo. La familia no está de acuerdo con la decisión de los padres
pero no pueden hacer nada, en estas decisiones que afectan a toda una
vida el que no sea padre ni pincha ni corta, así que finalmente
inscriben al bebé con el nombre de Bilbo Domínguez Martínez, con
gran satisfacción por parte de sus progenitores que se conocieron en
el estreno de “La comunidad del anillo” y engendraron al bebé en
los asiento de atrás del cine la quinta vez que vieron “Las dos
torres”.
Toda esta excentricidad
perdió su sentido cuando, por coincidencias del destino, trasladaron
al padre de Bilbo a trabajar al País Vasco y toda la familia se vio
obligada a mudarse allí. Las primeras veces lo intentaban explicar,
el niño no se llamaba Bilbo por la ciudad, sino por el personaje del
señor de los anillos, pero llegó un momento en que dejaron de
hacerlo. El punto de inflexión no fue un acontecimiento grandioso,
ocurrió en un supermercado cuando la cajera les preguntó cómo se
llamaba ese niño tan guapo y los padres pasaron de aclarar el origen
del nombre.
Digamos que se vieron
superados por las circunstancias. Ellos y El señor de los anillos
acabaron siendo derrotados por una lengua aislada de procedencia
desconocida.
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