El anfitrión puso como aperitivo un bol lleno de cubitos de hielo. No eran para la bebida, no, sino para que se lo comieran. No encontró otra cosa en la nevera.
Lo más jodido de todo es que era invierno.
Escritos de Zacarías Lara Peláez que, a diferencia de Marcel Proust, sí tiene blog.
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