Este trabajo es asqueroso.
Nosotros estamos hechos para crear no para lo que estamos haciendo ahora, pero
el Dr. Dadinretarf, que al fin y al cabo es mi superior, dice que es necesario
para completar la misión.
Llevamos más de 200 ciclos
siderales trabajando en la misión. ¿En qué consiste? Resumiendo mucho se podría
decir que estamos intentando crear al Ser Supremo, pero es mucho más complejo
que todo eso. Los estudios biológicos en mi planeta han evolucionado de tal
forma que somos capaces de crear vida artificialmente pero la vida que podemos
crear no difiere esencialmente a la que podemos generar mediante nuestra
reproducción normal por esporas. Por eso el Dr. Dadinretarf inició el proyecto
Dadinretarf (es un poco egocéntrico). El Doctor y yo tendríamos que viajar por
todo el espacio recolectando lo mejor de cada especie del Universo. Por ejemplo
nuestro ser tiene ya las pinzas de los seres del planeta Cancri 55, las
membranas para respiración extraplanetaria de los habitantes del planeta Belerofonte
o los órganos reproductivos de los machotes seres del planeta Ricitos de Oro.
-¿No será este líquido rojo que
sale a borbotones?
-No, a eso le llaman sangre –me contesta
el Dr. Dadinretarf casi sin inmutarse-. Lo tienen en otros planetas, no nos
sirve para nada. Sigua buscando.
Precisamente en el planeta
Ricitos de Oro nos hablaron del pequeño planeta llamado Tierra. Al parecer los
habitantes de Ricitos de Oro iban a menudo a ese planeta para abducir y abusar
sexualmente de sus seres (pero no juzguen mal a los habitantes de Ricitos de
Oro, está en su naturaleza). Según los ricitosdeorocenses, los seres de La
Tierra tenían algo muy especial que ningún otro ser inteligente del Universo
poseía y por eso nos dirigimos allí donde nuestro Ser Supremo podría ser
completado por fin.
Los sistemas informáticos de nuestra
nave dieron con la persona más importante del planeta, el nombre de la persona
más mencionada en La Tierra, que era un tal Justin Bierber y, por lo tanto, él
debía ser el ser más inteligente y el mayor científico del planeta. En seguida
fue abducido por nuestra potente máquina de abducción y el sujeto fue
interrogado, sin embargo se negaba a revelar donde se escondía ese órgano tan
especial.
-¡Les juro que no lo sé! No es
algo material, ¿vale?
-Todo es material –replicó el Dr.
Dadinretarf ante el asustado ser. Y tenía razón pues el Doctor era una
eminencia en ciencia y además blandía una espada de rayos gamma con lo que en
esos momentos era difícil llevarle la contraria.
-Bueno, quizás sea algo material.
¡No lo sé! Ya les he dicho que yo no soy científico… ¡soy cantante!
-¡Aja! ¿Y no dicen nuestros
informes que ese órgano es esencial para hacer canciones? –preguntó el Dr.
Dadinretarf.
-¡Yo que sé! ¡Yo no he escrito ni
una!
-Este ser no deja de
contradecirse –le dije al Doctor.
En ese momento el doctor agarró
una de las protuberancias que se encontraba una simétrica a otra a cada lado de
la cabeza y la retorció. Por fin el reo habló.
-¡Está dentro de cada uno de
nosotros pero les juro que no sé dónde!
Y por eso estamos haciendo esta cosa
asquerosa… ¡Qué desagradable es partir esta masa de tejido duro calcificado!
¡Cómo cruje! Pero parece que allí abajo hay algo que se mueve aunque cada vez
más lento.
-Doctor Dadinretarf, si no
sabemos qué aspecto tiene el alma, ¿cómo vamos a encontrarlo?
-Si es tan especial cuando lo
veamos seguro que lo reconocemos.
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