domingo, 20 de enero de 2013

Gorgorito

Ahí estaba Gorgorito, el viejo gorrión solitario, asomado en la azotea del viejo mercado abandonado, viendo a la gente pasar por la calle y soltando de vez en cuando algún que otro gorgorito. Estaba feliz, era unos días de esos de principio de la primavera en la que el sol reluce como nunca y una ligera brisa acariciaba sus plumas marrón parduscas. Si pudiera volar sería fantástico, pensaba sin embargo con cierta melancolía. 


Desde el cielo Pío vio a Gorgorito y haciendo varias piruetas en el aire fue a aterrizar también en el tejado del viejo mercado junto a su primo Pío (los dos se llamaban igual porque los pájaros no son muy originales a la hora de poner nombres). 
-Mira a Gorgorito, ¿crees que se atreverá a lanzarse? –dijo Pío. 
-¿Pero qué dices? Sí Gorgorito no sabe volar, desde aquel accidente que tuvo y se rompió el ala… -contestó Pío. 
-¡Pero eso fue hace mucho tiempo! Seguro que ya tiene el ala bien y puede volar. 
-¿Entonces por qué no lo hace? 
-Sé que esto es muy raro que lo sepa un gorrión, ¿pero conoces el síndrome de indefensión aprendida? 
-No, ¿qué es eso? 
-La indefensión aprendida es un tecnicismo que se refiere a la condición de un ser humano o animal que ha aprendido a comportarse pasivamente, sin poder hacer nada y que no responde a pesar de que existen oportunidades para ayudarse a sí mismo, evitando las circunstancias desagradables o mediante la obtención de recompensas positivas. Seguro que si hubieras leído la Wikipedia lo sabrías. 
-¿Quieres decir que no vuela porque tiene miedo y no porque no pueda? 
-Exacto. 
-Joder, pues di que tiene miedo que no puedes ser más pedante –sentenció Pío que se puso a buscar algún insecto despistado con su pico entre las losetas del tejado del mercado. 
-Oye, ¿y si le ayudamos a superar su indefensión aprendida? 
-¿Cómo? 
Pío se acercó a Pío y le susurró algo al oído. 
-¿Estás seguro? –preguntó éste.
-Completamente –respondió Pio. 
-Está bien, ¡hagámoslo! 
Los dos Pío se fueron acercando a Gorgorito a pequeños y juguetones saltos pero no pararon cuando estaban llegando a su altura y de un empujón precipitaron al viejo gorrión desde el tejado del mercado. Gorgorito vio como se aproximaba al suelo e, instintivamente y después de muchos años, abrió sus pequeñas alas. 
-¡Así se hace viejo¡ ¡Tú puedes volar! –gritó Pío. 
-¡Ánimo! ¡Hasta el infinito y más allá! –gritó el otro Pío. 
Pero desde que Gorgorito tuvo aquel accidente y se rompió el ala no había podido volver a volar. No tenía nada que ver con el miedo, físicamente había tenido lesiones que no pudo superar y aunque abriera las alas no pudo alzar el vuelo, estrellándose contra el suelo. Los dos Píos volaron al suelo donde yacía Gorgorito. 
-¿Estás bien Gorgorito? 
-¿Qué habéis hecho? Cabrones… -dijo Gorgorito maltrecho pero vivo. 
-Lo siento Gorgorito, pensábamos que podrías volar. 
-¿Pero no sabéis que tengo mal las alas desde el accidente? 
-Lo sentimos de verdad… Es que Pío ha leído últimamente mucho a Bucay. 
-Bucay, ese hijo de puta… 
Lo peor es que como el mercado estaba abandonado, Gorgorito no pudo volver a su nido que estaba en el tejado ya que no tenía acceso a las escaleras.

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