Voy a hablaros hoy del tema en el que soy un experto absoluto. ¿Sexo? Podría ser, pero esta vez trataremos el tema de vuestros contratos.
Como trabajador en el departamento de administración y al encontrarnos a apenas dos semanas del fatid… digo del fantástico día en el que nos cambiaremos de empresa, hoy he recibido la siguiente orden de mi inmediato superior (bueno, de uno de mis inmediatos superiores ya que casi todos lo son):
-Zacarías, tienes que tener preparados para esta tarde todos los contratos, que van a venir de Clece a recogerlos.
-¿Cómo? ¿Todos los contratos? –contesté tratando de mantener la compostura.
-No hombre –escuché aliviado-. Los contratos, las transformaciones a indefinido, la última modificación de cada contrato y un informe de 50 páginas acerca de la vida del armadillo gigante.
Cuando me recuperé del desmayo gracias a la ayuda de mis compañeros que me tiraron un cubo de agua a la cara me puse manos a la obra. Sí amigos, hoy me he dedicado a despojar de vuestros expedientes los contratos que con tanto cariño he elaborado durante más de tres hermosos, largos y agotadores años (el primero hermoso, el segundo largo y el tercero agotador).
Sin embargo no hay que preocuparse por el destino de esos contratos, una vez pasen a la nueva empresa éstos serán analizados punto por punto, cláusula por cláusula y cuatro por cuatro (16). No olvidéis el sublime final de esos contratos, una vez todo esto termine pasarán por una máquina trituradora y se convertirán en un divertido confeti que nuestros nuevos jefes utilizarán para celebrar nuestro despido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario