Grido siempre está llorando, es su especialidad, así como la mía es mojar a alguien con la flor de mi solapa. Por eso me sorprendió verlo tan sonriente cuando volvió después de la llamada. Supuse que sería porque (otra vez) se había escaqueado de tener que recoger la carpa. Yo siempre intentaba hacerlo comprando el día anterior una carpa en alguna pescadería y, en su momento, metiéndola en algún sitio. La primera vez tuvo cierta gracia pero a la segunda la mujer barbuda me dijo que como se me ocurriera hacerlo de nuevo me metía las dos carpas por el culo. Grido lo tenía mucho más fácil, se echaba a llorar y era inaguantable así que dejaban que se fuera a su camerino.
-¿Por qué estás tan contento Grido? -le pregunté.
-No te lo vas a creer Florini. ¿Sabes quién me acaba de llamar?
-¿No me digas que aquella contorsionista rusa quiere tema?
-No, no, nada de eso. Me ha llamado Guy Laliberté.
-¿Guy Laliberté? ¿El famosísimo creador y actual director del Circo del Sol? ¿Ese que hace un espectáculo circense tal que la gente está dispuesta a pagar 60 € por verlo?
-El mismo. ¡Y nos quiere en su espectáculo! Pero con una condición que no sé si podrás aceptar...
-¡Lo que sea, lo que sea por salir de este circo italiano de mierda!
-Tenemos que salir desnudos.
-¿Qué? ¿Desnudos?
-Sí, en bolas, en pelota picada vamos... Dice que son exigencias del guión.
Acepté. El Circo del Sol es demasiado importante como para decir que no por un "quitame a mi aquella ropa", pero luego lo he estado pensando y hay algo que me obsesiona y que no me deja dormir. Espero que pronto tengamos la entrevista con Monsieur Laliberté para poder resolver mi gran duda: ¿dónde me engancho yo ahora la flor?
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