Imaginate que te ocurre esto: estás conduciendo hacía la Feria de Abril y de repente una ola gigante o un viento inconmensurable te lleva a algún lugar desconocido sin que tú puedas tomar el control del coche. Cuando te apeas de tu vehículo compruebas que ese lugar es Albufeira (Portugal), por suerte no es desconocido del todo, has sido capaz de reconocerlo.
El coche ha quedado inutilizado e intentas maldecirlo diciendo unas palabrotas pero no puedes porque en Portugal no está permitido.
En Albufeira, o al menos en ésta donde has acabado, solo hay una tienda que abre de 9:00 a 18:00. Allí puedes conseguir una tarjeta de móvil para poder llamar a tu exnovia que, por casualidad, sabes que está en una especie de luna de miel en Portugal con su nuevo novio (aunque imaginas que no está exactamente en Albufeira parece que llamarla es la única posibilidad segura de que te saquen de allí).
Miras el reloj, son las 20:37, da igual de que no te des cuenta de que en Portugal es una hora menos, la tienda está cerrada. Piensas en llamar a la puerta por si alguien te atiende al tratarse de una situación de emergencia pero finalmente no lo haces y das vueltas por la ciudad, totalmente cerrada, sin gente, hasta que encuentras una especie de kiosko o chiringuito.
Preguntas y tienen esas tarjetas para llamar de móvil a móvil en Portugal. También tienen una especie de salvoconducto que te permite decir palabrotas, pero solo tienes dinero para una de las dos cosas.
¿Cuál comprarías?
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