sábado, 23 de abril de 2011

Berta, la cajera de Caserta

Berta recorre diariamente cerca de 100 km en ir y volver a su trabajo en un supermercado en la localidad italiana de Caserta. Va en su utilitario de mierda que consume más que cualquier otro vehículo motorizado del mundo y que le deja tirada tres veces al mes, lo que provoca que llegue tarde al trabajo y la consiguiente bronca de su jefe, un tipo alto y de pelo grasiento que se cree muy importante por tener bajo su mando a unos cuantos trabajadores.
No gana más de 800 € al mes y con ellos tiene que mantener a su hijo (Ovidio) ya que su exmarido (Pedro) se marchó a no sé dónde a comprar no sé qué y no volvió lo cual, por otra parte, le vino bien a Berta porque Pedro estaba en el paro y cuando conseguía trabajo se gastaba lo poco que ganaba en vino de la región.
Por fortuna Berta no está sola ya que su madre la ayuda con su pequeña pensión no contributiva y cuida del pequeño Ovidio cuando ella está trabajando o cuando sale con Sebastian. Sebastian es un cliente habitual del supermercado donde Berta trabaja. Berta realmente no está enamorada de él pero tiene un buen trabajo y parece buena persona. A Sebastian lo único que le interesa es llevar a Berta a la cama ya que, aunque está algo estropeada, todavia conserva parte de la belleza de cuando era joven. A parte Sebastian está casado pero se cuida de esconder el anillo de boda cuando se encuentra con Berta. Por supuesto Berta no sabe nada de todo eso y accede a salir con este hombre aunque le saque unos 10 años.
Un día Sebastian le dice a Berta que ha alquilado una habitación en un hotel de tres estrellas. Berta se pone sus mejores galas y se maquilla, cosa que no hacía desde que se casó con Pedro. Ovidio cuando la ve le dice mamá que guapa estás y Berta se ríe y se siente orgullosa por primera vez en muchos años. Le da un beso y le dice que se porte bien, que la abuela no está para muchos trotes.
Sebastian la espera en un punto determinado por ellos pero que es poco importante para nosotros, baste decir que cuando se encontraron le dio un beso que a Berta le supo a tabaco. Luego marchan agarrados del brazo por la calle comercial de Caserta en dirección al hotel. Pasan por delante de una tienda de televisores donde un grupo de mujeres semidesnudas se ríen de cualquier tontería que dice un hombre viejo y calvo. Berta no se fija en eso y sí en lo bien que le queda el vestido reflejado en el escaparate. Llega a pensar que es demasiado guapa para Sebastian. Sebastian sin embargo sí parece interesado en las chicas semidesnudas de la tele y no en lo guapa que está Berta. Sin embargo tira de ella dirección al hotel.
Todavía tienen tiempo de pararse en una tienda de perfumes y la dependienta le hace probar uno a Berta. Huele realmente bien y ella duda de si comprarlo o no. Sebastian que tiene prisa le dice que adelante y para convencerla añade que el eslogan del perfume es "la fragancia para la mujer normal de hoy en día". Berta deja el bote donde estaba y decide que entonces no es para ella.

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