-¿Pero a dónde cojones se supone
que me estáis llevando?
-Tranquilo abuelo, confía en
nosotros.
Tanto él como ella llevaban al
viejo de la mano por un pasillo oscuro, hasta que llegaron a una puerta con
apertura antipánico. Los sobrinos se miraron, asintieron con la cabeza y
abrieron la puerta a la par.
-¡¡¡SORPRESA!!!
Una amplia y luminosa sala,
abarrotada de gente acababan de causar un gran desconcierto en el viejo.
-¿Pero qué es esto? Casi me
matáis del susto, ¿no sabéis que sufro del corazón?
-Lo sabemos abuelo pero ahora es
tu turno… ¡disfruta! -dijo su sobrina que llevó a su abuelo a uno de las sillas
de plástico de la sala y le obligó a sentarle.
Mientras tanto el otro sobrino,
micro en mano, se había subido a una tarima y a la par que se apagaban las
luces y comenzaba a sonar “A mi manera” de Siempre Así, dijo:
-Abuelo, ¡esta es tu vida!
-¿Pero qué…? Pero si yo odio esta
versión… -refunfuñaba el viejo.
-Manuel Soria Zamora –dijo el
sobrino sin prestarle atención- nació un
1 de junio de 1932 en Teruel. Es un una persona buena y sencilla que siempre
hace el bien a los demás. Aquí lo tenemos por ejemplo con el perro de los
vecinos.
La primera diapositiva apareció
en la pared. Un pequeño y peludo perro mordía la pierna de Manuel.
-Maldito chucho. Cualquier día de
estos me lo cargo –dijo el viejo.
-Pero vamos primero a recordar su
pasado, las imágenes más importantes de la vida del abuelo Manuel. Cuando el
abuelo todavía era un niño (quién diría que algún día lo fue), perdió a sus
queridos padres durante la Guerra Civil.
Cuando el sobrino comentaba todo
esto una foto amarillenta de Manuel con sus padres aparecía en pantalla. En ese
momento la música se paró y comenzó a sonar el “Cara al sol”. Todos los
invitados levantaron el brazo en el típico saludo falangista.
-¿Qué hacéis? ¡Cabrones! ¡Sois
todos unos putos fachas hijos de puta! ¡Mis padres eran republicanos!
¡Vosotros, fascistas, lo matasteis!*
La siguiente imagen era una foto
del viejo, cuando era joven, con una chica.
-Aquí tenemos a la primera chica
que rompió a nuestro abuelo el corazón –dijo el sobrino a través del micrófono
mientras en la sala se escuchaba un sonoro “¡oooooh!”.
-Vaya, no me acordaba de ella. Me
dejó por otro. Será zorra… -dijo el viejo.
-Y aquí tenemos a la segunda
mujer que le rompió el corazón –dijo el sobrino pasando de diapositiva.
-Pero nada comparado con ese
zorrón –comentó el viejo.
-Nuestro abuelo tuvo muchos trabajos
pero quizás el que más le marcó en su vida es el de contable durante 38 años en
una empresa de venta de papel –prosiguió el muchacho, mientras mostraban en la
diapositiva la imagen de una calculadora.
-Menos mal que hace años que me
jubilé –replicó el viejo.
La siguiente diapositiva estaba
en blanco.
-Hemos dejado esta diapositiva en
blanco para preparar a todos los presentes ante lo que vamos a ver. Hemos
hablando de las mujeres que le rompieron el corazón a nuestro abuelo, pero no
de la más importante: Ángeles, nuestra querida abuela a la que en realidad no
llegamos a conocer. Lamentablemente, a principios de los años 80, durante un
viaje en coche nuestro abuelo tuvo un despiste al volante y no pudo esquivar
del todo el camión que venía de frente. Ángeles murió en el acto con el cuerpo
totalmente destrozado. Creía que no conseguiríamos una imagen de este momento
tan importante de la vida de nuestro abuelo, pero la DGT guarda fotografías de
todos los accidentes y aquí está: ¡nuestra abuela Ángeles en el momento de su
fallecimiento!
El silencio se hizo en la sala.
Finalmente la sobrina preguntó al viejo, que se tapaba la cara con las manos:
-Abuelo, ¿no tienes nada que
decir?
-¡Joder! Casi treinta años yendo
al psicólogo para borrar esa imagen de mi mente y ahora venís vosotros con esto…
¡es horrible! –contestó rompiendo en un sonoro llanto.
-Sí abuelo, pero es tu vida.
-No quiero recordar a tu abuela
así… –dijo el viejo entre sollozos.
La sobrina comenzó a sentir un
intenso olor y llamó a su hermano para que viniera desde la tarima. Cuando
estuvo junto a ella ésta le dijo al oído:
-Creo que se ha cagado. Yo le
bajo los pantalones y tú haces la foto… para el año que viene.
*Esto me hace gracia. Que un abuelo le diga a sus propios nietos que ellos mataron a sus padres. Es como una paradoja temporal curiosa.
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