viernes, 27 de enero de 2012

La muñeca

Todas las tardes (las que ella me deja) ayudo a mi madre a hacer ejercicios de rehabilitación. Primero va andando desde su habitación al comedor con ayuda de una muleta. De camino no para de quejarse:
-Tráeme la silla de ruedas. ¿No ves que no puedo andar? No quieres creertelo pero es verdad, no puedo andar.
Mientras dice esto va pasito a pasito hacía el comedor.
-Pues yo te veo andando –le digo.
-Pero me cuesta mucho trabajo. Me duelen los brazos, las piernas… todo. Hasta el alma me duele.
-Venga, que lo estás haciendo muy bien, que te queda muy poquito.
Cuando llega al comedor se sienta en una silla de madera y empezamos con los ejercicios. Los primeros ejercicios son con el brazo izquierdo, el que puede mover bien. Le mandamos hacer ejercicios de hombro primero y luego bajamos al codo, la muñeca, la mano y los dedos. A veces se confunde. Ayer cuando le dije que hiciera el ejercicio de la muñeca volvió a repetir uno de los ejercicios del hombro.
-Ese no es mamá. ¿Dónde está la muñeca?
Ella se mira el brazo, luego me mira a mí. Se ríe:
-La muñeca soy yo.

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