Un hecho poco conocido (porque poca gente vive para contarlo) es que, si tienes algo de liquido en tu vejiga a la hora de tu muerte, te meas encima. Nuestro cuerpo, máquina imperfecta, en un último esfuerzo para ahorrar toda la energía posible para sobrevivir libera de sus funciones a toda la serie de músculos, tejidos y órganos que retienen tu orina. Digamos que la energía que usamos para expulsarla es algo menor que la que usamos para aguantarla y por lo tanto nuestro organismo opta por lo más fácil.
Lo más jodido de todo es que te das cuenta. Cuando se para tu corazón aún corre algo de sangre por tu cerebro y en lo último que piensas antes de morir no es en tu familia, tus amigos, ni pasa tu vida por delante de tus ojos. Lo último que piensas es "mierda, me estoy meando encima". Incluso puede que te de tiempo en pensar qué pensará la gente que encuentre tu cadáver. ¡Joder, vaya muerte poco digna! Murió con las botas puestas, sí, pero llenas de meado.
¿Y qué me decís de esa gente que se pasa años y años enseñando a su vejiga para aguantar en el momento de su muerte? Esos terapeutas y entrenadores personales que te cobran miles de euros para que no te lo hagas encima y no te aseguran ningún resultado, porque quién sabe cómo vas a reaccionar en ese instante. Menuda estafa.
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