Un país vota en las últimas elecciones democráticas, elecciones democráticas entre comillas, a una serie de políticos. A medida que el país se va yendo al garete y la situación económica estrangula a la humilde mayoría de la población, los ciudadanos empiezan a pensar que los políticos no son de fiar y se lanzan a la calle a modo de protesta. Rodean el Congreso de los Diputados y el Senado y consiguen paralizar el país, pero como los políticos no quieren dimitir, finalmente entran a la fuerza en el hemiciclo. Al entrar se llevan la enorme sorpresa de que todos los políticos son ratas. Pero no es que fueran personas que se hubieran convertido en ratas, no. Eran ratas desde el principio pero no habían sabido distinguirlas hasta que no las tuvieron frente a frente.
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