lunes, 11 de enero de 2010

Nieve

Ella se había ido para siempre. Él adoraba sus ojos verdes -sobre todo en los días claros-, su sonrisa y pensar en ella cada vez que escuchaba aquella canción. Les gustaba jugar a que eran marido y mujer y que tenían una relación tormentosa, él como escritor que alcanzó el éxito con su primer libro y que después no fue capaz de escribir nada más, en parte por culpa de ella, su esposa y representante que le presionaba para que vuelviese a escribir y así poder seguir permitiendose sus caprichitos; también les gustaba ir a beber vino de naranja en la calle Mateos Gago y les divertía mucho ir a las librerías a leer las sinopsis de las novelas románticas, lloraban de risa.
Cuando comenzó 2010 él se propuso olvidarla. Como era ateo siempre le había gustado poner a prueba a Dios, se dijo "solo si me das una señal desistiré de mi intento". Y aunque fuese 10 de enero era increible que nevase en Sevilla.

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