miércoles, 29 de junio de 2011

Sueño defectuoso

En el sueño una compañera de trabajo le decía a Ezequiel que iba a ir a la boda de Grecia que se celebraba el 11 de julio. Ello no sorprendió a Ezequiel que ya sospechaba que Grecia tenía novio aunque nunca se lo había dicho a él personalmente y por ello todavía albergaba esperanzas. Ezequiel se dijo que era una buena oportunidad de preguntarle a Grecia por fin por ese chico misterioso. Se sentó en el sofá que curiosamente había aparecido en medio de la oficina y en el que ella estaba sentada, intentando infructuosamente no entrelazar sus piernas con las suyas.
-¿Qué? Me he enterado que te vas a casar…
-Así es –dijo ella con una inmensa sonrisa.
-Bueno… ¿Y quién es él?
-Es de Valladolid y…
-Espera, espera –dijo Ezequiel en el sueño-, no se dice Vallalodid se dice Valladolid, Va-lla-do-lid. ¿Pillas la diferencia? –preguntó a pesar de que Grecia lo había dicho perfectamente, en ese momento Ezequiel se sintió terriblemente pedante.
-Sí, de Va-lla-do-lid –repitió Grecia-. Es un chico tranquilo, callado… -dijo Grecia pensativa, a Ezequiel esos atributos le parecieron curiosos porque eran precisamente los suyos-. Es como Cádiz en octubre.
-Ajá… Me parece muy bien –dijo Ezequiel que no pudo apreciar en todo su esplendor la comparación porque nunca había estado en Cádiz en octubre y, de hecho, nunca había estado en Cádiz-. ¿Y os casáis el 11 de julio? ¿Tan pronto?
-Sí. Estábamos en una freiduría y cogió un calamar frito, me lo puso en el dedo y me pidió que me casase con él. ¿Qué te parece?
-¿Qué me parece? ¿Qué me parece? ¡Es lo más cutre que he oído en mi vida! –gritó Ezequiel exaltado.
-¡Eh! ¡Oye! A mí me pareció bonito.
-Sí, me alegro por ti, me alegro por ambos y lo respeto, pero es lo más cutre que he oído en mi vida –volvió a repetir.
En ese momento se despertó.

martes, 28 de junio de 2011

Manzanas (y 3)

Cuando entré de nuevo en el coche oficial no estaba seguro de si debía compartir la información que acababa de obtener de primera mano a mis clientes. Decidí que era algo demasiado importante como para que yo mismo se lo dijera así que se me ocurrió, aprovechando el silencio que estaba provocando el aperitivo, poner la radio.
-¿Les importa si pongo la radio? –dije.
-Me parece que ha tenido usted una excelente idea –dijo el señor presidente mientras engullía su “tigreton”.
Encendí la radio e inmediatamente empezó a sonar la retransmisión de un partido de futbol. Pretendí cambiar de emisora pero el Señor Presidente no estaba muy de acuerdo.
-Dejelo, déjelo, que juega el Madrid –me dijo mientras las ondas hertzianas andaban en busca de la siguiente emisora.
-Pensé que a personas de su responsabilidad les gustaría escuchar las noticias.
-Estamos bastante cansados de eso, además si pasa algo importante Charli nos avisa.
-¡Acaba de marcar Kaká! –dijo Charli.
Estuve esperando a que el partido perdiera el interés pero a Kaká le dio por hacer el partido de su vida y marcar cinco goles. La comitiva que transportaba se encontraba entusiasmada sin saber que se dirigían a una muerte casi segura por ingestión de manzanas envenenadas. La madrastra de Blancanieves seguro que se sentiría satisfecha. Finalmente el guardaespaldas me dijo que cogiera la siguiente salida y llegamos al lugar de destino. Mientras los pasajeros bajaban saqué fuerzas de flaqueza y detuve en el último instante al Señor Presidente, cuando ya los demás habían bajado.
-Señor Presidente.
-Agustín, ya le he dicho que me tutee.
-Perdón Presidente, pero hay algo importante que debe saber antes de comerse esas manzanas.
-Dígame.
-Vera, es por mi compañero, al que estoy sustituyendo en este servicio. Resulta que él comió de esas manzanas y bueno… ahora está muerto.
-¡Ah! ¡Eso! No se preocupe buen hombre, le contaré un pequeño secreto –dijo mientras abría de nuevo su maletín y extraía una manzana de ella-. Traemos nuestras propias manzanas. ¡Acaso creía que íbamos a arriesgarnos! Para que usted vea, en Noruega no solo tienen salmón, también tienen manzanas. ¡Y sanísimas oiga!
-Pero… pero entonces… -logré tartamudear mientras el Señor Presidente cerraba la puerta del coche oficial.
Mientras esperaba a que volvieran busqué las noticias en la radio: “…y a esta hora el señor presidente y la responsable de agricultura se encuentran en Villamanzana de Arriba donde está degustando algunas manzanas de la región, la razón: demostrar que son infundados los rumores de que el exceso de pesticida en las manzanas es lo que ha provocado las decenas de muertes por intoxicación en el país. El último fallecido ha sido un varón de 45 años, conductor de profesión…”.
Me sentía terriblemente angustiado pero lo estuve todavía más cuando el Señor Presidente anunció a bombo y platillo: “…lo que este país necesita es austeridad, desde hoy puedo anunciar la siguiente promesa electoral: si ganamos en las próximas elecciones suprimiré todos los coches oficiales…”.

miércoles, 15 de junio de 2011

Manzanas (2ª parte... habrá más)

Creo que fue al señor presidente a quien se le ocurrió parar en la estación de servicio para comprar algo para picar:
-¡No voy! –dijo el señor presidente poniendo el dedo pulgar en su frente.
-¡No voy! –dijo la responsable de agricultura repitiendo el gesto del señor presidente.
-¡No voy! –dije yo imitándolos, infringiendo con ello las recomendaciones de seguridad al volante.
-¡No voy! –dijeron los asesores y el guardaespaldas casi a la par. No sé a quién le tocaría ir, pero estaba claro que a uno de ellos tres.
-Yo no puedo ir –dijo el guardaespaldas-, tengo que quedarme junto con el señor presidente.
Así que la cosa estaba entre los dos asesores, pero estos se hacían los remolones.
-¿No debería ir el chofer? Digo yo que para eso está –dijo el asesor de la libreta.
-¡Eso! –ratificó Charli.
-No es justo –protesto el señor presidente- el dijo “no voy” antes que vosotros.
-Será mejor que vaya el chofer a no ser que quiera que tweteemos su comportamiento pueril señor presidente –amenazó Charli.
-Lo siento Agustín, te ha tocado –dijo el señor presidente poniendo su mano en mi hombro.
Baje sin protestar a pesar de que aquella actuación me pareció profundamente injusta. Por la ventanilla me dieron un papel con lo que querían y 10 euros y me dirigí a la tienda de la estación de servicio. Por el camino mi móvil comenzó a sonar. Era mi jefe:
-¿Agustín?
-Sí, dime.
-¿Cómo va el servicio?
-Bien, creo que ya queda poco… aunque no me han querido decir dónde vamos exactamente.
-Tu haz todo lo que te digan, son clientes importantes.
-Ya me he dado cuenta.
-Agustín, te llamaba para darte una mala noticia.
-¿Qué ha pasado?
-Se trata de Jose Antonio.
-¿Qué pasa? ¿Ya le han dado el alta?
-No exactamente… De hecho no volverá a trabajar con nosotros.
-¿Por qué? ¿Lo habéis despedido?
-No exactamente… Ha sido tan repentino que no hemos podido despedirnos de él.
-¿Qué?
-Lo que oyes. Ha sido esta misma mañana.
-Pero si era una simple indigestión… o eso me dijisteis esta mañana cuando me llamasteis para cubrirle.
-Lo sé Agustín, pero la cosa era más complicada de lo que creíamos al principio. Parece ser que Jose Antonio había comido una de esas malditas manzanas contaminadas. En fin, que pequeño es el mundo… o algo así era –dijo mi jefe que siempre olvidaba las frases hechas de los funerales-. Cuando vuelvas no olvides pasarte por el tanatorio.
-De acuerdo, allí nos vemos –dije.
Había pensado comprarme una tarta de manzana para acompañar el café pero la noticia me había hecho perder el apetito.

jueves, 9 de junio de 2011

Matrimonio

Cuando el cura dijo “hasta que la muerte os separe” pensó que exageraba.

miércoles, 8 de junio de 2011

Manzanas

A través del espejo retrovisor podía ver los pasajeros del coche oficial que por primera vez conducía ya que el titular de este tipo de servicios en nuestra empresa estaba de baja. Todos ellos iban muy bien vestido. Uno de ellos es muy conocido y de hecho pienso votarlo en las próximas elecciones, todos se dirigían a él como “señor presidente”. Su aspecto no era tan impresionante como el que se podría prever de verlo por la tele, parecía más bajo, más feo y más viejo, pero era él, sin duda. Los otros tres acompañantes eran, por lo que pude entender, la responsable de agricultura del partido (una señora de unos 40 años muy bien vestida) y los otros debían ser asesores porque su cara no me sonaba de nada y no iban tan bien vestidos, uno de ellos no paraba de tomar notas y el otro iba con un ordenador portátil continuamente encendido. A mi vera iba un guardaespaldas que me guiaba al lugar donde nos dirigíamos. El viaje era bastante largo y aburrido y nos llevaba fuera incluso de la provincia de Madrid. Finalmente el “señor presidente” se dirigió a mí, lo que me permitió entender a donde íbamos y meterme dentro de la conversación:
-¿Le gustan a usted las manzanas?
-Disculpe, ¿se refiere a mí? –contesté.
-Sí, a usted.
-¡Ah! Pues sí, claro que me gustan. Pero ahora con el tema este del pesticida de aquella plantación no las como, ya sabe. Prefiero no arriesgarme.
-No me diga. ¿No le ha dicho a dónde vamos? –dijo dirigiéndose al guardaespaldas.
-No, señor presidente. Las medidas de seguridad no lo permiten.
-Escribe esto –dijo uno de los asesores dirigiéndose al del ordenador- “nuestro candidato rompe el protocolo de seguridad para acercarse al pueblo llano”.
-Ok, voy a twetearlo –contestó el otro.
-Vamos precisamente al huerto de manzanas que dicen que está contaminado -prosiguió el señor presidente-, a comernos unas cuantas para demostrar que no pasa nada y que no tienen nada de malo.
-Eso está muy bien, los políticos deben dar ejemplo. ¡Demonios! ¡Si usted las come yo también las comeré a partir de ahora! –dije quizás exaltándome demasiado.
-Voy a twetear también eso –reflexionó el tipo del ordenador.
-¿Es usted votante nuestro? –continuó el señor presidente que parecía animarle la charla-. Si me lo quiere decir claro, el voto es secreto.
-La verdad es que sí que pienso votar por usted. Además según las encuestas este año va usted a arrasar. ¿No es así señor presidente?
-¡Oh! Por favor, tutéeme, llámeme simplemente presidente. Y en cuanto a lo que dice, es cierto que las encuestas nos dan como favoritos pero las encuestas son solo eso, encuestas. Por ejemplo, si hiciéramos una encuesta en este coche saldría un 100 % de votos a mi favor, yo nunca las he visto muy fiables…
-“El señor presidente no se fía de las encuestas y anima a todos los ciudadanos a ir a votar”. Escribe eso Charli, pero ponlo en el Facebook –dijo uno de los asesores.
-Ok –contestó Charli, que así parecía llamarse el tipo del ordenador.
La responsable de agricultura que hasta ese momento estaba ajena completamente a la conversación absorta mirando el paisaje participó por fin con un contundente y escueto:
-A mí no me gustan las manzanas –que no le hizo despegar la mirada de los huevos del toro de Osborne que en ese momento dominaba la cumbre de la árida colina.
-¿Tweteo también eso?
-No Charli.
-Ana, ya hablamos eso –le dijo vehementemente el señor presidente-. Tienes que hacer un esfuerzo, por el bien del partido. Este gesto nos dará el impulso definitivo para ganar las elecciones. Por cierto, hablando de elecciones, ¿a qué no sabéis que he soñado hoy? Os vais a reir. Atento a esto… disculpe no le he preguntado cómo se llama.
-Agustín –contesté.
-Pues escuche Agustín. Resulta que era el día de las elecciones y yo iba a votar tan feliz, con mi mujer, mis hijos… en fin, toda la parafernalia de fotógrafos, ya sabéis. Y de repente cuando voto y estoy saliendo del colegio electoral me doy cuenta de que he metido la papeleta equivocada. Imaginaos, yo volviendo a la urna pidiendo que me devuelvan la papeleta… ¡Un escándalo! ¿Cómo se pudo equivocar el señor presidente? Je, je… Ahora me rio pero en el sueño lo pasé fatal. Espero que no me pase el domingo…
-Twetea eso Charli, “el señor presidente sueña con que llegue el día de las elecciones”.
-Más aterrador fue el sueño que tuve yo hoy –dijo la responsable de agricultura.
-Cuéntenos, por favor –dije.
-Resulta que estaba comiendo y el postre era una manzana –prosiguió la responsable de agricultura sin mostrar ningún tipo de interés en mí, pero ya olvidando por completo el paisaje y centrándose en el resto de pasajeros-. A mí no me gustan las manzanas, eso fue lo primero raro en el sueño. Pero bueno, el caso es que fui a comérmela y cuando me doy cuenta la manzana, armada con una grapadora, la misma que tengo en mi despacho, se ha hecho fuerte en una esquina de la cocina. Voy directa al armario donde guardo la escoba para intentar echarla de allí pero me daba demasiado miedo acercarme a ella y no podía. ¿Pero sabéis qué era lo que más me aterraba?
-¿Qué? –dijo el señor presidente embobado y hablando por todos nosotros.
-Lo que más pánico me producía y lo que hizo despertarme fue imaginar como una manzana, llegado el momento en el que yo estuviese lo suficientemente cerca, podría accionar el mecanismo de una grapadora.
Todos quedamos en silencio ante el relato de la responsable de agricultura. Por fin yo me decidí a romperlo.
-Que te grapen debe doler.
-Ni que lo digas –contestó el guardaespaldas.
-¿Alguna vez le han grapado? –preguntó el señor presidente.
-Yo mismo cuando era pequeño, por probar… me grape un dedo. El médico dijo que por suerte no llegué al hueso.
El señor presidente abrió el maletín que llevaba a sus pies y extrajo una grapadora de color rojo. Puso su dedo índice dentro de ella como si fuera a grapárselo y todos esperamos expectantes unos segundos.
-¡Bravo! Yo no podría –dijo al fin.
Y volvió a guardar la grapadora.
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