jueves, 7 de febrero de 2013

Cómo sobrevivir a una subrogación (V)

De madrugada, cuando estés plácidamente dormido/a, recibirás una llamada (si es que no la has recibido ya): 

-¿Quién es? ¿Qué pasa? ¿Quién llama a estas horas? 

-Llamamos de Clece, ¿es usted…(pon aquí tu nombre)? –responderá una voz cavernosa al otro lado del auricular. 

-Sí, soy yo… Bueno, depende para qué, si es para despedirme… en ese caso... -dirás ingenuo de ti. 

 -¡Oh no! Para nada, es para que firme unos documentos sin importancia pero esenciales a la hora de la subrogación. Tiene que estar mañana a las cuatro de la tarde –contestará tu interlocutor, mientras unas risas se escuchan de fondo. 

-¿Pero qué documentos son? ¿Puede adelantarme algo? 

-No se preocupe, no es nada importante… ¡Jua! ¡Jua! ¡Jua! ¡Jua! ¡Qué pringado! Otro que ha picado… 

-Oiga, que no he colgado aun. 

-¿Ah no? Usted disculpe, olvide lo último que he dicho. 

A la hora de ir a firmar los documentos de subrogación es importante que todos permanezcamos unidos. Existen numerosos ejemplos de estas muestras de unidad a lo largo de la historia: Fuenteovejuna, los hunos, las croquetas congeladas… y otras que no merece la pena mencionar ahora. No podemos olvidar que la unidad hace la fuerza, que la fuerza es una magnitud vectorial y que estás magnitudes vectoriales se representan mediante flechas: 

 
Donde A es Clece y B la oficina del empleo. 

¿Cómo podemos revertir este nefasto vector? Es evidente que mientras haya personas dependientes suficientes nuestros puestos de trabajo se mantendrán, por lo tanto lo que tenemos que hacer, ya que no hay altas, es evitar en la medida de lo posible las bajas: 

1. Si un usuario se da de baja porque se va a una residencia seguiremos mandando a la auxiliar a la residencia. ¿Acaso ha dejado de ser dependiente por eso? 

2. Si un usuario se da de baja porque ha fallecido seguiremos prestando el servicio. Al fin y al cabo no hay persona más dependiente que un cadáver, no pueden hacer nada de nada. 

1 comentario:

  1. No es coña, aún recuerdo una anécdota, cuando yo era coordinador, de una usuaria que quería que la auxiliar fuera al cementerio a limpiar la tumba de su difunto esposo.... Creo que por ahí podríamos mantener los puestos de trabajo: las auxiliares, teniendo las tumbas de los usuarios fallecidos limpias como una patena (¡coño, habrá que evitar las incineraciones!), y las coordinadoras, pues coordinando y supervisando que estén bien limpitas. Además, esos usuarios no creo que planteen muchas quejas ni en cuanto a horarios, ni a ninguna otra cuestión...

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