domingo, 17 de febrero de 2013

Cómo sobrevivir a una subrogación: fin

Llegó el fin de esta pequeña guía y, como diría alguien en algún momento de alarde de sabiduría, en casa del herrero cuchillo de palo o consejos tengo que para mí no tengo o camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Sí, querido lector, la nueva empresa cuyo nombre ya todo el mundo conoce ha decidido no subrogarme. La razón de dicha decisión la descubrió el insigne e ilustrado Jesús Castañer que con tan solo leer mi nombre en un largo listado descubrió un secreto sobre mí que jamás he revelado y que ahora no voy a tener más remedio que contar: resulta que entre las múltiples virtudes que me adornan (buen escritor, guapo, inteligente, buena persona, trabajador…) no está la virtud de la subrogabilidad. 

El pasado viernes nos dirigimos como ganado vacuno al matadero para firmar nuestra subrogación, sin embargo algunos de nosotros sabíamos que no íbamos a tener la inmensa suerte de trabajar este sábado sin cobrar o, lo que es lo mismo, de sentir la esclavitud en nuestras propias carnes ahora que está tan de moda después del estreno de la nueva película de Quentin Tarantino. 

No llegaron aquí las referencias cinéfilas aquel día (se ve que a este hombre le gusta mucho el cine). Ante la solicitud de las explicaciones pertinentes pudimos presenciar un homenaje por parte de los responsables de Clece de una de las escenas más gloriosas del cine español: 


Se da además la coincidencia de que ambos personajes son bastante bajitos.

PARTE I
PARTE II
PARTE III
PARTE IV
PARTE V

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 3.0 Unported.