viernes, 5 de febrero de 2010

Ensayo sobre las alarmas

Desde tiempos inmemor… inmemoriab… desde hace mucho tiempo el hombre ha sido egoísta. De este egoísmo nació la propiedad privada y el intento de mantenerla privada a toda costa (y también en el interior). El hombre prehistórico, carente de la tecnología necesaria para proteger sus bienes más preciados, se veía obligado a llevar todas sus pertenencias consigo como si estuviera en un aeropuerto, ya que los dinosaurios no se hacían responsables de que les robaran.
Algún tiempo después los dinosaurios se extinguieron, excepto en Jurasic Park y el lago Ness, y el hombre se sintió responsable por sí mismo de sus bienes. Por eso empezó a evolucionar la tecnología antirrobo. En tiempos egipcios se inventaron innumerables e intrincados mecanismos mecánicos para que al menos, aunque el ladrón entrase en el lugar donde quería realizar el robo, muriese por aplastamiento cuando el techo comenzaba a desplazarse lentamente hacia el suelo. Los faraones, aficionados a llevarse sus riquezas consigo incluso después de muertos, fueron adeptos a este sistema, aunque en un principio el sistema no estuvo suficientemente bien perfeccionado. Cuando el faraón Ra puso el primer antirrobo en su pirámide no estuvo contento con el resultado. El diseñador ideó una palabra clave que detuviese el mecanismo de aplastamiento, pero sin embargo la primera vez que un ladrón intentó robar las joyas del faraón lo consiguió sin problema. Tanto el diseñador de la alarma como el faraón estuvieron de acuerdo en cambiar la palabra clave “socorro” por alguna otra más complicada. Pasó poco después que el faraón entró en el sarcófago del tesoro a admirar uno de sus diamantes cuando la trampa se activo y el techo comenzó a bajar amenazando la integridad física del dios egipcio. Por mucho que intentó recordar la palabra nueva no pudo y murió aplastado. De hecho los últimos estudios demuestran que los faraones no estaban totalmente vendados por momificarlos, sino que Ra impuso la moda al romperse absolutamente todos los huesos con su sistema antirrobo.
Pasó el tiempo y llegamos a la Edad Media, así de repente. La Iglesia Católica cogió el monopolio de las alarmas. El nuevo sistema de alarma consistía en tocar las campanas de la iglesia si, por ejemplo, venían los vikingos a invadir. Lo malo es que la población nunca llegó a distinguir la sutil diferencia entre las campanadas para anunciar misa y las campanadas para avisar de una invasión vikinga, entre otras cosas porque no la había, lo cual provocó a menudo que la gente se armara hasta los dientes para la misa de las 12. De hecho de ahí proviene la palabra “alarma” (a las armas).
Ya en la actualidad la sofisticación de las alarmas es absoluta. Si bien es cierto que no evitan los robos al menos dejan sordo al ladrón y, en el caso de que tengas alarma en el coche, puedes estar seguro de que no dejaras dormir a tus vecinos si alguien pasa rozando tu vehículo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 3.0 Unported.