martes, 17 de septiembre de 2013

Bobby

El prestigioso abogado Robert Williams fue al médico por un problema de pituitaria. El novedoso tratamiento hormonal del doctor Feist parecía haber surtido los efectos oportunos y Robert así se lo confesó en la consulta. 

-¿Cómo va todo Robert? 

-Oh, por favor, llámeme Bobby. 

-Está bien, Bobby. ¿Cómo lleva el tratamiento? 

-Muy bien, mi olfato empieza a funcionar a las mil maravillas, incluso puedo oler si Susan, mi mujer, está preparando sus maravillosas galletas de canela metros antes de llegar a casa. 

-¡Fantástico! ¿Y no ha notado ningún efecto secundario? 

-No… Bueno, Susan dice que me está aumentando el bello corporal. 

-Mientras no sea algo demasiado grave… Quítese la camisa por favor. 

La espalda de Robert Williams estaba cubierta de pelo. El doctor Feist, sorprendido ante tal pelaje, se preguntó si no había calculado mal los posibles efectos secundarios de utilizar hormonas cánidas. Tocó la espalda de Robert sintiendo la mata de pelo en la yema de sus dedos, era espesa, suave y cálida la vez. En ese instante Robert se tiró al suelo bocarriba y sacó la lengua. Sus extremidades hacían sugerir que Bobby quería más carantoñas.

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