miércoles, 30 de diciembre de 2009

Carta a una gilipollas 2


Hola gilipollas:

Te escribo aquí porque sé que me lees. Tienes razón. ¿Qué clase de amigo no se alegra de las conquistas sexuales de sus amigos? Aquella noche, cuando te pusiste a (digámoslo en tu idioma para que a mi me resulte más gracioso y a ti más cercano) chingar con tu primo mientras yo estaba en la habitación no me debí crispar como lo hice y marcharme de la habitación de un portazo. Fue un comportamiento absurdo y totalmente fuera de lógica, por lo cual te pido perdón por si te molestó. Lo que debería haber hecho es disfrutar del espectáculo de vuestros gemidos y del bamboleo de la litera. De hecho, si se me hubiera ocurrido, lo que debería haber hecho es encender la luz y, si hubiera tenido una cámara a mano, grabar el acto para poder disfrutarlo después placidamente las tardes lluviosas de domingo con una copa de vino en la mano. Me parece que eso me haría muy feliz y que incluso llegaría a tener una erección mientras imagino que soy yo el que eyacula en tu cara. Lo que dices es verdad, mi enfado es solo culpa mía y podría habérmelo tomado de una forma totalmente distinta.

Tampoco debería haber evitado el tema y haber hablado contigo de lo ocurrido. Como buen amigo debí haberte preguntado después qué tal la experiencia, si te dio morbo, qué tal se movía en la cama o incluso el tamaño de su verga que probablemente sobrepase la media nacional. Eso es lo que hubiera hecho un buen amigo y lo que yo no llegué a hacer.

Seguro que estás pensando que estoy siendo sarcástico. Nada más lejos de la realidad. Te lo estoy diciendo completamente en serio y quiero que sepas que así me comportaré contigo la próxima vez que nos encontremos, lo cual ruego a Dios que sea lo antes posible.

Continuara...

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