Que suerte tenemos de poder levantarnos de la cama, de saber que tenemos ganas de orinar y poder usar las piernas para ir al servicio. Que suerte tenemos de poder sentarnos bien, de distinguir entre la derecha y la izquierda y de no mancharnos demasiado cuando comemos. Que suerte tenemos de encontrar las palabras cuando queremos decir algo, de saber manejar el mando a distancia de la tele y de acordarnos de cosas tan tontas como el número secreto de la tarjeta de crédito o el PIN del teléfono móvil. Que suerte tenemos de poder reir, besar, tragar, soplar o arrugar la nariz.
Y que suerte tengo de poder ayudar a mi madre a hacer todas estas cosas, de poder cuidarla después de tantos años me haya cuidado ella a mi y, sobre todo, que suerte tengo de que siga con nosotros después de un susto tan grande.
sensacional, llevas toda la razón. Ánimos y adelante
ResponderEliminarQué bonito, hostia. ¡Qué bonito!
ResponderEliminarNunca mejor dicho. Lo estoy viviendo también. Pues mucho ánimo.
ResponderEliminar